La Sierra de Cádiz y sus pueblos cuentan con museos que se han convertido en una de las visitas obligadas cuando los recorres. Son rutas culturales llenas de historia y de cultura que nos hacen comprender la vida, cultura y costumbres de toda una época. Si nos damos un paseo por la Sierra, podemos hacer una ruta por todos los museos de los distintos pueblos que visitemos. Desde el Museo Histórico de Benaocaz, el de Usos y Costumbres Populares de El Gastor, el Jardín Botánico de El Bosque, el de El Agua en Benamahoma, el Histórico de Villamartín, Espera, Arcos de la Frontera, Villaluenga, Grazalema, Ubrique......
Para muchos Olvera es una de las puertas de entrada a una de las rutas turísticas más antiguas de España. Es la antesala de la Ruta de los Pueblos Blancos de Cádiz, vestíbulo de entrada a pueblos de extraordinaria belleza como Zahara de la Sierra, Algodonales o la perdida y lluviosa Grazalema.
Olvera tiene un pasado fronterizo. El castillo, que domina el pueblo, acoge a sus pies el Museo "Olvera, la Frontera y los Castillos", un conjunto de salas que recrean el asalto a las fortalezas árabes y la vida cotidiana en la serranía de entonces. Hace años que esta bellísima localidad gaditana inauguró su museo (1999). Lo ubicó en el edificio de la Cilla, que era el viejo pósito de grano, a mitad de camino entre la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación y el castillo nazarí, erigido a finales del siglo XII en tierra aún árabe. Desde entonces sus responsables lo han dotado de unidades didácticas, expositivas y escenográficas. El resultado es un espacio luminoso y esclarecedor donde es más fácil entender el duro y rugoso entramado histórico de aquellas nubladas épocas. En la Cilla, donde está la oficina de turismo, hay un patio donde cada verano se organizan veladas culturales, una sala de exposiciones y un torreón que acoge muestras de arqueología.
Consta de dos salas:
Sala I
Las Fronteras de la Península Ibérica. Presenta la evolución de las fronteras de Al-Andalus y los reinos cristianos desde el siglo VIII al siglo XV.
Las Fronteras de Andalucía. Formación de la Frontera entre Castilla y el reino nazarí de Granada entre los siglos XIII y XV.
La Frontera de la Sierra. El ámbito geográfico en que se sitúa Olvera.
Los castillos de Andalucía y los castillos de la sierra.
La conquista de Olvera por Alfonso XI.
Olvera en el señorío: los Pérez de Guzmán, los Stúñiga, los Girón.
Sala IISe basa en elementos escenográficos y ambientaciones históricas. La sala se divide en dos partes:
Sala A: La Frontera como espacio de guerra.
Recreación de un trozo de muralla y de castillo además de un módulo interpretativo donde se describen los elementos más característicos de estas construcciones.También existe un módulo dedicado a los personajes de la época (cautivo, ballestero, alfaqueque, etc., y otro en el que se exhiben reproducciones de las armas más frecuentes, lanzas, escudos, flechas, yelmos,...
Sala B: La vida civil en la Frontera
Se exponen varias escenografías relacionadas con la vida civil de la época, en la que predominaba una sociedad rural y con una economía de subsistencia. Los elementos a destacar son: la vivienda, el mercado y el taller artesanal.
El Museo de La Cilla (dedicado a la Frontera y los Castillos) se encuentra ubicado en la Plaza de la Iglesia, a pocos metros de la Iglesia Arciprestal Nuestra Señora de la Encarnación y del Castillo de Olvera
Este museo se encuentra ubicado en el edificio “La Cilla”, que se llama así por servir de cilla o granero, en tiempos de los duques de Osuna, propietarios del inmueble. También sabemos que fue usado en un tiempo como cárcel de mujeres. El edificio, que fue inagurado en 1999, se estructura en torno a dos naves principales en forma de T, dispuestas en torno a un amplio patio. La parte abierta del patio se cierra por un torreón de la antigua muralla, actualmente de uso museístico y, por el propio discurrir de la misma, que sirve de mirador. Del patio del antiguo edificio se han conservado el pozo y las dos palmeras y en la actualidad se usa como sala de conciertos al aire libre. El piso superior de una de las naves se usa como sala de exposiciones y el inferior como tienda de recuerdos y oficina de turismo. La nave que alberga el museo está dividida en dos zonas de exposición permanente.
El Museo se concibe como un Centro de Interpretación, en el que priman los recursos didácticos y, en el que junto al rigor de los contenidos históricos, se desarrollan diversos recursos interactivos y escenográficos: reproducciones de ambientes y personajes medievales, arquitectura del castillo, objetos ocultos que el visitante ilumina, sala de juegos para niños (disfraces medievales…), subirse a un caballo, etc.
Para ser una época eminentemente violenta, la vida cotidiana durante estos siglos continuó, adaptada a tales condiciones. Junto a los largos periodos de treguas en las guerras, los territorios que iban quedando alejados de la Frontera ganaban en seguridad y en posibilidad de llevar a cabo una vida más pacífica. Pero incluso en la propia Frontera, las gentes habían de seguir viviendo, construyendo sus casas, abasteciéndose de los productos más necesarios, fabricando los objetos e instrumentos indispensables. Un modo de vida, en cualquier caso, especialmente austero y duro para la inmensa mayoría de la población.
Las torres
Las torres son elementos defensivos. Escalonadas conforman un sistema de círculos defensivos concéntricos. En el círculo más externo tenemos a las atalayas, torres que sirven para avisar ante un ataque. La torre albarrana se levanta fuera y cerca de los muros de un lugar fortificado. No sólo servía para la defensa (al permitir un ataque cruzado), sino también de atalaya. La muralla también contaba con torres distribuidas en los lugares de más difícil defensa (las cercanas a las puertas son frecuentes) y que fortalecían la muralla. En el último círculo se encuentra la torre del homenaje, que solía ser la más fuerte y alta, permitiendo la defensa por sí misma aunque no se controlaran las demás fortificaciones.
La puerta
Es el punto más débil de toda cerca ya que debe permitir la entrada. Justo por ello, en la puerta se desarrollan mayores esfuerzos defensivos. Suele ser más alta y más ancha que el resto de la cerca. No son raras aquéllas que tienen un acceso en recodo que impide una entrada directa obligando a hacerlo en zigzag. Tampoco falta la colocación de otros elementos defensivos como las gateras que permiten atacar a quienes están cerca de la puerta sin sufrir daño.
La saetera
Se trata de una ventanilla estrecha que se abre en el muro y que permite disparar desde ella saetas o flechas. Las más simples son aberturas estrechas y altas en el exterior pero amplias en el interior (abocinamiento). Las más complejas serían las de “orbe y cruz”. Hacia el exterior presenta la forma de una cruz, lo que permite atacar hacia los lados, y una bola (“orbe”) que permite disparar en todas direcciones.
Fuente Cadiz Turismo
Fotos: Experiencia Olvera
Olvera Cultura